miércoles, 4 de marzo de 2015

Diario apócrifo de Marzauán 1. 1990

Este trabajo lo mostré, junto a los dibujos/collages de la entrada anterior, por primera vez en 1990.
Supuso el cambio a esa manera de hacer que se mantiene hasta hoy: elegir imágenes que adopto y archivo sin un motivo aparente: en una suerte de música del azar ellas me llaman y yo necesito guardarlas.
Y ahí hay cientos de fotos que he ido tomando a lo largo del tiempo. Cualquiera de ellas puede servir en cualquier momento. Así que, cuando estoy en una nueva pintura y las vuelvo a mirar, ellas pasan desapercibidas o reclaman mi atención. Yo me dejo, porque me llegó muy hondo aquello del automatismo que, sobre todo al principio, influyó a los surrealistas. (En su base el automatismo está nutrido de las teorías freudianas, pero se acerca más a la psicología analítica de Jung, ya que no trabaja con base en los sueños sino que pretende abrir una ventana al interior).
Y, además, ahora sé que si tú no fuerzas nada lo que va saliendo tiene un valor inefable. La postura humilde de mediador permite que sucedan cosas distintas a las que acontecerían si yo marcara un camino. La narración, si es que hay alguna (el espectador participa de la creación construyendo la suya propia), es así una narración poética, de insinuaciones, que se ha ido confeccionando por sí sola. El camino se va haciendo, el cuadro va cantando su propia canción.
El título genérico es Diario apócrifo de Marzauán. El tamaño de los nueve primeros es 90 x 125 cm. y están realizados con óleo sobre lienzo. El décimo es de 80 x 150 cm. y está realizado con óleo sobre tabla (un tablero reciclado).